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Carta de una desconocida


Un autor, que inmerecidamente había ido cayendo en el olvido, viene de nuevo a la actualidad gracias, en parte, a una película, "Adiós a Europa", título que delata por sí solo el por qué de esta reaparición, ahora que poca gente cree ya en lo que Europa significa o ha significado.


Stefan Zweig, austríaco que tuvo que exiliarse a Inglaterra, primero, y después a Brasil huyendo de la persecución a los judíos, se suicidó en 1942, cuando se podía tener la impresión de que el nazismo y sus valores acabarían por imponerse en el mundo, y que con ello desaparecerían la racionalidad y el humanismo, hijos de esta Europa a la que él decía adiós.


Zweig se hizo famoso por sus biografías, como la de María Estuardo; novelas, como Novela de ajedrez; o relatos, como éste que ahora voy a comentar, Carta de una desconocida:


En Viena, a la vuelta de un viaje, un famoso escritor recibe una larga carta que viene sin firma. En ella una desconocida le habla a ese hombre de ella misma y de su hijo, que acaba de morir. ¿Y qué tendrá que ver todo eso con él? Le hace saber que, si la está leyendo, es porque ella ya ha muerto, que en realidad su vida comenzó a los 13 años, cuando lo conoció. ¿Cómo? “Sólo a ti quiero hablarte – le escribe- decírtelo todo por primera vez; debes conocer toda mi vida, que ha sido siempre tuya, y de la que nada has sabido jamás.”


¿Será uno de esos amores silenciosos – piensa el lector- que nunca se han atrevido a manifestarse, un amor romántico donde los haya? Claro, esas cosas ya no pasan, pero en los tiempos en que se escribe esto…



Pero no juzguemos tan prematuramente. Sigamos leyendo. Uno, dos, y hasta tres momentos estelares se sucederán en el relato de la vida de esta mujer, por utilizar la misma expresión que Stefan Zweig adoptó para titular una de sus obras más impactantes, Momentos estelares de la humanidad.


Sólo una cosa más: nuestro autor no concibe una escritura que se vaya por las ramas, que no atrape al lector desde el principio hasta el final. Y, por lo que a mí toca, puedo decir que lo lleva a cabo.

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