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Ezenzia´er zú


Conocí a Yolanda en Mijas, un día en el que, invitados por el Ateneo de Mijas, nos reunimos unos cuantos escritores para celebrar la feria del libro y homenajear al gran escritor Antonio Gala.


Hace poco me enteré de que iba a presentar su libro en el mismo lugar y me animé a escucharla. Porque eso es quizás lo que más destaca en ella, el calor y el entusiasmo con el que dice lo que dice. Pero, además y sobre todo, su libro está lleno de aciertos poéticos y de mucho sentimiento y verdad. Así, por ejemplo, escuchamos a la madre hablando con su bebé:


Déhame que te mire pa ke lo azimile,

déhame que te beze porke m´apeteze,

deha ke t´axuxe komo a un peluxe.

Mientrah zuzurro en tu oío palabritah zin zentío.



A mi juicio, su libro Ezenzia’er zú, es un libro de poemas en el que el sentimiento más profundo no puede sino manifestarse en el lenguaje andaluz del que brota. Pero el libro va conscientemente un poco más allá al reivindicar al mismo tiempo la grafía que corresponde a ese lenguaje y en la que lo dicho adquiere todo su sentido.


Es cierto que leer en grafía andaluza, al no haber sido alfabetizados en ella, supone un cierto esfuerzo para los ojos no acostumbrados. Pero todo consiste en empezar. Y si uno empieza escuchando a Yolanda mientras que lee sus poemas, y más que los lee, los recita, y más que los recita, los dramatiza, entonces experimentas un auténtico placer lingüístico en el que llegas a impregnarte de la esencia del sur.


La lectura del conocido fragmento de Heródoto en el que habla de los tartesios me animó, hace algún tiempo, a escribir un relato en el que me marchaba al siglo VI antes de Jesucristo para seguir las andanzas de una tartesia de entonces. Por una serie de circunstancias la muchacha se veía obligada a viajar con unos comerciantes focenses hasta el corazón de la Grecia clásica. A lo que voy, el desarrollo del relato acabó llevándome a un final en el que necesariamente aquella tartesia tenía que hablar el idioma de su tierra. O sea, el andaluz de entonces, que por la magia del lenguaje y del poder que es otorgado al que escribe, se materializa, por supuesto, en el andaluz actual. Y recurrí, como Yolanda, a la grafía andaluza, porque eso era lo que pedía, o más bien exigía, el relato.


Quizás solo una necesidad de tipo artístico, dejando aparte la reivindicación lingüística, es la que pueda llevarnos hoy día a escribir en andaluz. Pero bueno, tampoco está mal.

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