Pasé un gran día en Mijas. Éramos más de treinta personajes de esos que se dedican a una ocupación tan extraña hoy día como es la de juntar palabras para ver si quieren decir algo o hacen gracia a alguien. Lo más normal es que no te lean ni en tu casa, pero ahí siguen ellas y ellos, inasequibles al desaliento y siempre en edad de merecer.
Por la mañana, en primer lugar tuvo lugar en el Ayuntamiento el acto de presentación, con unas emotivas palabras del homenajeado D. Antonio Gala leídas por don José María Gala, presidente de la fundación que lleva el nombre del escritor. Desde allí, y después de hacernos la foto todos los participantes, nos dirigimos a la plaza, junto a la caseta que poco a poco fue acogiendo los libros de los autores.
Una vez colocadas las mesas y los libros, y después de hacer unos exorcismos para detener las gotas de agua que amenazaban con llevarse por delante mediante procedimientos físicos lo que tanto esfuerzo nos había costado escribir, llegó el sol y nos pusimos muy formalitos en nuestros puestos a esperar a los lectores, que poco a poco llegaron a ser casi tantos como nosotros. Bueno, digamos que llegaron en cantidad suficiente para no desanimarnos, pero no tantos como para creérnoslo. Isabel se multiplicaba, Rocío animaba con su permanente sonrisa y Laura se dedicaba a que todo estuviera en su sitio. La verdad es que nos lo pasamos muy bien, nos reímos un rato e intercambiamos experiencias y libros. Como fin de fiesta llegó la tuna y aquello ya sí que se animó mucho.
Por la tarde, en una salita que había cedido el Corte Inglés de Mijas, cada uno de los escritores asistentes echó su cuarto a espadas, agradeció lo que tuvo que agradecer como es de justicia y buena educación, y con sentidas palabras de organizadores y colaboradores (Ateneo y Ayuntamiento de Mijas, El Corte Inglés) dimos fin a una jornada llena de experiencias, satisfacciones, y ahora ya recuerdos. Buenos.
